La modernidad de una sociedad consiste casi siempre en seguir los movimientos de su época para generar una polémica, un debate en torno a temas que son fundamentales. Francia acaba de introducir en los estudios de los escolares en Francia, la teoría de género, que viene a ser como la teoría de la evolución contra la creacionista, es decir, la teoría de que las identidades sexuales son categorías, con culturales y adquiridas, además adquiridas a través de una lengua que transmite una serie de valores, de creencias, de acuerdos sociales y políticos. Mucha gente ha protestado indignada por esta invasión considerada como libertaria. Un detalle: libertario porque de alguna forma su orientación es salir de esa trampa de "feminidad" como esencia, como categoría ontológica, que no permite ninguna movilidad, ninguna transformación. Si consideramos que la feminidad es una esencia, no podemos hacer nada para cambiar los roles que se le atribuyen y que la tipifican: sumisión, pasividad, aptitudes para ciertas cosas consideradas "del género", y todas las trampas que la sociedad tiende a justificar sin escrúpulos y con el consentimiento de muchísimas mujeres, para paralizarlas.
Si la división de sexos ha generado tantas reacciones es porque corresponde a una división social, pero también política, la manera cómo la mujer es considerada en la vida pública. No hay mayores secretos. Las reacciones frente a la enseñanza sobre un cambio en la forma de interpretar conductas sexuales nos lleva a plantearnos también el problema fundamental del lenguaje. Por ahora el lenguaje no acepta la equidad entre un hombre y una mujer, mientras no lo nombre con el mismo valor, no habremos avanzado nada.
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