Siempre me sorprende la sensibilidad de los lectores, por eso, me afirmo en la idea de que todo trabajo escrito se completa con la lectura y elogio nuevamente el trabajo del lector (pienso en la biblioteca de Iván, que vi ayer y que me conmovió mucho, cada libro como un objeto vivo). El tema del cuerpo es un trabajo complejo y no deseo caer en ninguna idea categórica. Cuando los desmonto, siento miedo, me quedo, a veces, con las piezas sueltas y no sé cómo unirlas. Siempre me gustó una frase que oí un día a un escritor mayor que yo: Cada vez que empiezo un libro, tengo miedo de haberme olvidado de cómo escribir. Es ese comenzar siempre de nuevo como si fuese la primera vez, que me interesa en escribir, con todas las consecuencias que eso significa. hacer un paréntesis de las ideas aprendidas, destruirlas, y quedarse, a veces, sin nada. Sé que para hacer una crítica de una idea o de una situación, tenemos que hacer que el lenguaje exprese un máximo de cosas. Sé todo eso, pero también acepto mis límites y mis temores. Escribir para mí no es fácil, puede ser una experiencia dura (como al del Último cuerpo de Úrsula) o más o menos feliz.
Estos días ha habido un largo debate en el Perú sobre la educación (habría que leer el Emilio de Jean-jacques Rousseau) y sobre una evaluación general de los profesores apra conocer sus deficiencias. Cierto, el nivel de los profesores es, seguramente, catastrófico, pero las formas de enfrentar el tema siempre cuentan. Una sociedad democrática debería fundarse en el respeto de las personas que la conforman, no en lo contrario. Lo que he visto son personas infantilizadas e humilladas por la forma como son sometidas a evaluación: con total desconfianza sin reconocerles ninguna calidad. Si yo tuviese que pasar ese exámen, lo decíamos con mi amiga Elba, saldría jalada porque se trata de un examen básico, de cálculo, casi obsoleto. El saber no se detiene en la lógica ni en las matemáticas, hay distintas formas de inteligencia y de sensibilidad, esta evaluación es una prueba positiviasta y anacrónica,. Nadie evalúa las motivaciones de los profesores, lo que han aprendido de forma autodidacta, etc. Me pregunto ¿no es más importante alguien que sabe interpretar el sentido de una frase y enriquecerla con su mirada personal, que alguien que acumula saber erudito pero sin relacionarlo con su propia vida? Esto pone en duda la idea de conocimiento. La educación, a mi modo de ver, tendría que crear sujetos autónomos, con memoria propia y capacidad crítica, gente que pueda sentir y compartir, no ansiosos de diplomas que no signfican nada. Por eso, una capacitación general de los profesores (puesto que ya se sabía que su nivel de educación es bajo) hubiese sido más digna para ellos y menos hiriente. Una sociedad que se muestra como el padre o madre que castiga, como lo dijo Virgine Despentes, es una sociedad medio facista. hya muchos Robespierres que surgen de la humillación, escribió Stendhal en Rojo y Negro. Otro tema que me ha sorprendido es el hecho de que se hable de restituir la pena de muerte para los violadores de niños y los terroristas. No hay cosa más peligrosa que creer en el castigo. Me da terror. Y espero que haya un debate para que esa medida no se apruebe. Bueno, la actualidad me ha invadido. Recién sale el sol en Lima, después de varios días de grisalla. Voy a caminar por el maleción de Chorrrillos. Ciao.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire