¿la experiencia se adelgaza en Francia hasta casi desaparecer? Es lo que trato de entender mirando por la ventana una vereda por donde no pasa nadie. Hay calles vacías, y calles llenas donde hay tiendas, pero hay una ausencia de vínculo, de mirada. Inventar voces sin tener voces, rostros sin tener rostros, experiencias sin experiencias, es todo el desafío de la escritora. Sucede que necesito esas texturas, desplazarme a través de ellas, para poder sentarme a escribir. La vida no sucede y entonces todo se hace tan virtual que el lenguaje ya no tiene fuerza, se fosiliza.
no tengo ganas de sentarme a escribir porque no sucede nada y eso me lapida, me paraliza.
hacer que las cosas sucedan en el interior es un diálogo interior-exterior... difícil imaginar lo aburrida que es la vida en provincia, pero, París, París también me agota, se ha vuelto desencarnada, se ha vendido completa....
regresaré con más ímpetus. Hay pocas ganas de escribir, no hay texto, puesto que en general la vida me parece un texto que hay que descifrar, y descifrar en medio del aburrimiento, ¿es posible? Y si no hay nada que descifrar, si la poesía se detiene?
es fácil escribir, pero hay que ser un poco pantera, un poco salvaje, un poco ingenua, y eso, se me está quedando atrás...
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