Una cosa que produce el viaje, es una disperión del interior por saturación. A diferencia de otras personas que pueden circular sin problemas, todo me atraviesa y me diseca como a un insecto. La imagen es clara. Luego de varios días puedo encontrarme conmigo misma, pero ese proceso es lento. Mi atención siempre está en el afuera, siempre en contacto con los demás. Me gusta este ambiente de feria de España, algo que se extiende entre las regiones, incluyendo Cataluña. La gente es ligera, de fácil contacto. Una de las cosas que también tiene esta ciudad es que puede tener rincones completamente pueblerinos y provincianos, en planos superpuestos con espacios cosmopolitas. Es lo antiguo y lo nuevo, el pasado y el presente en diálogo y entrelazados. Ayer iba a anotando ideas en una libreta, sensaciones que ahora he olvidado... Recuerdo una chica en el metro, era muy hermosa, llevaba un bolso de Carolina Herrera por lo quuepensé que debía ser venezolana. Mis notas las tengas dispersas y no sé cómo regresar a ellas. Cierro los ojos, miro en el interior, veo, no quiero tanta dispersión, me doy cuenta de que los estados concentrados sacan piezas de metal, sólidas, relucientes de mí. A veces hay que saber a aceptar cierta soledad, quiero seguir mi hilo de oro, caminar colgada de él, no perderme. Cómo seguir siendo auténtica cuando se te expone en un espacio distinto al tuyo. Esa es la pregunta y el desafío.
Ganas de intentar siempre sacar lo mejor de mí, pero, si la istuación es hostil, me pongo huraña, como una gata dispuesta a saltar.
Se oyen bocinas, y si fuese Caracas? A veces pienso que todo esto es un sjeño y voy a regresar a mi casa de antes...
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