Ante este estallido de imágenes, de parlamentos, de sarcasmos, de frases sentidas, solo hay algo que me parece una evidencia: la desesperación de los pobres.
Hay una sensación de abandono, la certeza que nadie como Hugo Chávez asumirá la defensa de los más vulnerables. Ningún líder tuvo las agallas de imponer una voluntad política a la economía, de dibujar otro mapa en su país, de pensar que una revolución no es solo un reordenamiento social, redistribución de riquezas e inclusión social concreta, sino una mirada nueva hacia el más necesitado, al más miserable, una mirada de afecto, de reconocimiento pleno. Esa era su fuerza y por eso, más que por histeria, la población venezolana más pobre lo llora. Han perdido esa mirada que recompone, esa mirada que estructuraba su presente y los proyectaba hacia el futuro con dignidad.
No entiendo por eso las miradas mezquinas, estereotipadas, la anuencia de ciertos medios, el ensañamiento, la facilidad para etiquetar... No la entiendo y no la comparto. Por muchos años se ha hecho una caricatura del Presidente de Venezuela, su manera de hablar poco cuidada, incluso de sus rasgos físicos (un zambo en el poder, claro), su falta de retórica manida, su querer hacer de lo político un gesto afectivo, comprometido y auténtico. Pueden reprocharle a HC haber abusado de los medios de comunicación con un protagonismo excesivo, pero no falta de autenticidad. Su mayor fuerza es no haberse dejado enceguecer por el poder y haber sido fiel a su compromiso con los pobres, su recuperación como ciudadanos, moralmente, económicamente.
El anticapitalismo de HC siempre ha sido una búsqueda de un nuevo socialismo, más inspirado en Mariátegui que en Marx, más americanista que europeo. Su aversión a los monopolios, al capitalismo financiero también, como lo es para toda persona que considera que las personas no son un medio sino un fin, para cualquiera que todavía crea que una sociedad de iguales es todavía posible. Sus derrapes también son parte de su biografía, estuvo siempre desesperado por crear otro mapa geo-político desconfiando siempre de los poderes hegemónicos saltándose algunos peldaños. Su solidaridad con Cuba, sí, con la persona de Fidel Castro, pero no con su gobierno. Nunca dijo que Cuba era una democracia auténtica, la suya, sí, quería, y deseaba una sociedad de iguales.
Hay una cosa que sucedía con este líder venezolano, una empatía extraña, misteriosa que se ponía en juego apenas se le oía hablar. En él se podían proyectar muchos rostros, se las jugaba de manera autentica, sin mentira. Tal vez ese valor haya sido su fuerza, en un tiempo de cinismo y fariseísmo, HC siempre jugó la partida limpia. Luego aparece la enfermedad, de manera soterrada, en un cuerpo extenuado por la actividad frenética, desesperada por no abandonar a una población que se aferraba al líder( la enfermedad también son los Otros que hablaban en él, los que sufrían, una inconsciente aterrado por esa vulnerabilidad). Chávez ha tenido el rol de la madre, la madre que acompaña, orienta, da cobijo, calor humano. De ahí que su pérdida sea tan sentida. El desarraigo general viene del hecho de perder a alguien que con su presencia permitía soñar en un mundo mejor, que, con su afecto, hacía pensar en la política como un ejercicio limpio, afectivo, y de verdadera vocación de servicio, y no en una tecnocracia cínica, descreída y ambiciosa. Era un verdadero hombre político, pero también un excelente amigo y acompañante.
Me quedo impactada con algunas frases burlonas, el oportunismo de algunos "opinadores" que aprovechan el momento para hacer de francotiradores. Por momentos mucha vergüenza, como dijo Jean Luc Mélenchon al oír frases pedantes, cargadas de necedad que alimentan la imagen retocada de repúblicas bananeras. Pese a todo, los periódicos de la oposición más recalcitrante en Venezuela, llaman a la unidad y a la reflexión, esperemos que este llamado alcance a toda América Latina.
1 commentaire:
Excelente!
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