Todavía no he podido comentar la exposición de Edvard Munch, en el Pompidou, salí de allí con una inflamación del ojo que me dura hasta ahora, imposible usar de nuevo los lentes de contacto sino es por horas. Lo que me fascinó de Munch es su vitalidad, empieza el siglo XX y él se interesa a la fotografía y el cine, a la autobiografía y la narración en primera persona, hace autoretratos cronológicos, escribe y tiene una lesión grave al ojo (¿coincidencia con lo mío, no sé? hay cosas que no queremos ver...) pero sigue pintando y experimentando con la cámara- Comprende que todo va a cambiar con la reproducción de la imagen, que el arte ya no será lo mismo de antes. Su sensibilidad es aguda...
hay que ir a verla si se pasa por París...
salgo a ver cómo se hacen las famosas hallacas venezolanas, plato típico de navidad. curiosamente no se han americanizado como nosotros que comemos pavo y puré de manzana (sic), más panetón y chocolate (eso viene de Italia) en pleno inicio del verano. Las "hallacas" son tamales rellenos de muchas carnes, aceitunas, etc... comen hallacas con pan de jamón y ensalada de pollo, muy parecida a la ensaladilla española... mezcla de influencias...
leo el última novela de Pascal Quignard, Soldarités misterieuses... misteriosas porque hay algunos pactos que se dan el en el tiempo y el espacio, a veces, no percibidos por quienes lo viven, pero, con el tiempo, esos pactos, esas comunicaciones silenciosas, renacen. Y entonces, Claire, el personaje que tiene 50 años, decide regresar a su ciudad de origen en Bretaña, recorrer su pasado, sus calles, volver a ver a un hombre que amó, pero que no había tenido el valor de ver en su juventud, y entregarse a una búsqueda sensorial, nada intelectual, de una vida serena, más contemplativa que activa... la sabiduría en fin...
ya veremos cómo es el proceso.... a plus...
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