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mercredi, mars 22, 2017

Somos todos proletarios?

Los desastres naturales nos revelan toda nuestra vulnerabilidad. No podemos hacer nada contra ellos, estamos entre sus manos. Pero nos revela también cual es la situación de nuestra sociedad, qué trato recibe la población y si está protegida. Un gobierno en democracia gobierna para las mayorías. No es el caso en estas democracias que parecen realmente democracias, donde se enfrentan los derechos de quienes los poseen y de quienes son siempre los Condenados de la tierra,  como los llamó Frantz Fanon. Condenados por cierto a pasar  hambre, frío, calor, miedo, a no tener futuro. Esta es una cosa que tienen en común todas aquellas personas desclasadas, para identificar a esa población que oscila entre la estabilidad precaria y él completo caos económico. Son poblaciones residuales acostadas a los ríos, o en los desiertos, sin instalaciones de agua y desague, sin electricidad, sin escuelas, en suma, en la completa precariedad. Hemos dejado que la economía nos haga a todos y todas proletarias, valemos lo que poseemos, y no tenemos otra cosa que nuestra fuerza de trabajo. Así, la catástrofe que vive mi país demuestra que una gran mayoría sabe que no posee más que la fuerza de sus brazos y se sirve de ellos como mercancía (transporta, desplaza muebles, mercandería, construye, etc) para obtener ganancia. Hasta ahí su reflexión se coloca fuera de toda moral, está haciendo lo que la sociedad le ordenado y le ha enseñado a hacer: producir ganancia. Inútil hacer muecas de asco a esta forma de capitalismo tan aplaudida por las elite, tan dócil con las transanionales y tan conmevencida que el "libre mercado" es la clave del desarrollo, la lógica del chorreo y una casi ausencia de intervención del estado. Hay que ver cómo la situaciçón se ha degradado en el Perú, hasta tal punto que la gente enloquece y quiere ganar con la miseria de otros más pobres (porque existen siempre más pobres en esta esacala de desposeídos), con una total ausencia de escrúpulos y de solidaridad. Es que la pobreza no es solidaria sino que endurece y a fuerza de maltrato hace que la piel se curta y se endurezca. Cuando estas pasiones tristes muestran su lado luminoso, entonces son  "emprendedurismo" o ingenio popular y provoca los elogios de la burgesuía, pero, cuando esa misma población muestra su lado mas ocuro, el más limpien, es responsabilidad también de ellos. No quiero ser maternal, no son niños ni niñas, pero sí personas que están sometidas en el día a día a una subsistencia dura, descarnada y anónima. Esto crea el terreno perfecto para que florezcan nihilismos de toda clase. La frase de Dostoiesvki, "si dios no existe todo esta permitido", es transformada en "si no hay ley que me proteja entonces yo no tengo por qué respetar la ley". Estamos asistiendo al desgaste de todas las fórmulas para embelllecer este capitalismo inhumano, la máscara se le cae a pedazos,  aunque muchos se aferren a sus túnicas aparentemente dignas, estas están en harapos. Me pregunto si entendemos la lección, si comprendemos que vivimos en un planeta con recursos naturales limitados y no  infinitos. ¿Podremos caer en un tal nihilismo destructor que, todo nexo social, hasta ahora protegido por una cierta abundancia, se rompería? Es lo que me da miedo, que de pronto la población estalle, explote, se desborde. Las lluvias van a seguir, la comunidad internacional, salvo la latinoamericana, no ha reaccionado pese a que son los países del norte los más responsables del recalentamiento climático.Y si lo hacen, es con migajas.
Es egoísta y frío, pero este mundo se parece cada vez al Iguala de Pedro Páramo, es un desierto, un lugar fantasma, es lo que hay que evitar. Ocupemos la existencia, pensemos en otro futuro.

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