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dimanche, août 16, 2015

el lenguaje que se aleja

por fin, vuelvo a escribir. No es que no lo haga mentalmente, a veces repaso frases, me digo, debo ponerlas por escrito, pero la vida me gana. Las ganas de seguir leyendo, mirando, oyendo. De todas maneras estoy convencida de que los tiempos han cambiado. No hay manera de que leamos de la misma manera y de que comprendamos de la misma manera. El mundo se ha vuelto plano, plano, podemos atravesar países, ver gente, oírlos hablar, creer que conocemos todo y sin embargo estamos solas, tan solas. A ves es un sentimiento cósmico, tanto como una soledad moral.  Al final entre todas las personas que vivimos en este planeta, hay pocas diferencias, la susbsistencia es la misma, estamos confrontadoAs a las  mismas cosas, los mismos miedos, las mismas necesidades, lo que cambia es la manera como hacemos frente a todo lo que una vida exige. Entonces, los libros ¿qué sucederá con ellos? Me pregunto si cuando los discos en vinilo desaparecieron nos hicimos la pregunta. Tendrá el mismo soporte, ¿la gente seguirá leyendo impreso? Lo primero que se me ocurre es que es un gasto de papel inútil en muchos casos, verdaderos libros, hay pocos. Cuánta energía se pierde en imprimir libros que nadie leerá!! Nadie entiende que la escritura, y la lectura, están retrocediendo frente a la dominación de la imagen y la vida utilitaria de los tiempos modernos: nadie necesita leer tanto para hacer cosas en la vida, es suficiente con mirar en Internet. Si los libros antes descubrían un país, un territorio, ahora solo revelan cosas que la mayoría de gente ya vio antes, sobre todo los jóvenes. pese a todo no pierdo la confianza cuando leo un libro pensando en que voy a encontrar alguna frase que me aliente, pero, ni siquiera eso a veces es capaz de hacer que llegue hasta el final, y no sé si es la edad, que ya leí bastantes libros, que los clásicos contienen una buena parte de lo que los libros actuales intentan mostrar, no sé, pero me invade la sensación de "deja vu". Encima creo que nuestros mensajes, nuestros textos escritos con sangre,  se pierden en una infinidad de mensajes. La democracia se ha vuelto verdaderamente igualitaria en Internet, pero, eso aparentemente. Es un poco como el fenómenos Ikea, compramos muebles de buen diseño, "bonitos", pero de materiales baratos, no durables. ¿ No sucede un poco eso con los libros?, compramos entretenimiento, pasar el rato, nada durable, nada que baje al corazón, todo se quedas flotando en la superficie. Me explico mejor: si antes nuestra importancia estaba legitimada por una legalidad que se hacía desde la supuesta autoridad, ahora todo el mundo puede publicar y editar libros, blogs, textos en general. Lo que antes pertenecía a la elite es ahora de todo el mundo. Sucede con la fotografía, todo el mundo saca fotos, dentro de poco decir "soy fotógrafoA" será ridículo, salvo si realmente hay una mirada extraordinaria, y ni siquiera. Todo tiene valor contante en nuestra aldea globalizada. Pero también, nuestra mirada se ha ensanchado y ha destruido ciertas categorías estéticas. Se acabó la dominación. Una persona que escribe y no ve esto, o es ciega, o no quiere ver lo que está sucediendo, escribir ya no es extraordinario, lo que es extraordinario ese seguir haciéndolo pese  a todo lo que sabemos. Persistirán y sobrevivirán aquellas personas que estén en capacidad de apartarse del grupo, de no pensar tanto en comunicar sino en volar, en la poesía más que en la analogía con la realidad. En suma, que es muy complicado saber qué va a pasar. Salvo si lo imprevisto se impone, que el libro sea el valor refugio que siempre ha sido, que sea de nuevo ventanas abiertas y no mera reproducción, que sea selva y no desierto del alma... Por lo pronto, seguimos aquí, al pie del cañón, esperando que alguien, una sola persona, entienda lo que estás diciendo. No lo sé... el mundo se ha vuelto prosaico, banal y caprichoso.

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