Las noticias sobre el estado de emergencia en la región sur del Perú, el estado de emergencia en Islay, al sur de Arequipa, el paro en seis regiones apoyando a los manifestantes, la criminalización de la protesta a través de una pieza sencilla que los sectores más conservadores saben utilizar: la vinculación de sendero y el activismo político. Así la población está presa de sus propios prejuicios y miedos, si decimos "senderista", da " terrorista", amalgamas que responden a todo un historial difícil de resumir y que podría remontarse a la época del Plan Cóndor (miren la película con Robert Redford, si desean ir rápido), en que se quiso instalar una lucha eficaz contra cualquier intento de movimiento social de izquierdas en América latina comandado desde norteramérica. ¿Qué significa ser de izquierdas en este contexto? Principalmente ponerse del lado de los Condenados de la tierra, como los llamaba Fanon, de los más pobres, que siguen siendo una gran parte de la población peruana. El problema del peruano (prescindo de la categoría racial "indio") sigue siendo la tierra, como escribió José Carlos Mariátegui. Lo fue en México y es el problema en Colombia y, en nuestro caso, el problema son las poblaciones desamparadas que luchan por una razón simple: no quieren que les depreden su entorno, están cansadas de vivir en las márgenes del llamado "desarrollo", temen por un elemento vital: el agua.
El Perú, y la mayoría de países andinos, tienen glaciales que alimentan a los ríos que, con el recalentamiento climático, sufren pérdidas importantes de hielo que afectan a las poblaciones no solo como amenaza de catástrofe (como pasó en Yungay, en Huaraz) si no por la falta de agua para regar sus sembríos. Según el informe de sustentabilidad de la Southern, la compañía minera del problema actual, no es garantía de que no se contamine el agua del río Tambo, sobre todo, los sembríos de los valles que recorre. Esto no es paranoia, no es ficción, es un tema que está en el tapete con la cumbre sobre el clima que se hizo en Lima, y la que se hará en París, en diciembre.
Ahora, hay dos partes en este asunto que creo que se olvidan. La primera es que el Perú ha adoptado el modelo neoliberal sin ponerle ninguna condición, menos el del bienestar de su población (el tema de la educación es una perlita). Hay ciudadanos y hay Los olvidados y olvidadas que nadie ve y que no existen para el gobierno que está convencido que el desarrollo es la inversión, y que la minería es la única opción, así termine con ecosistemas y arrase con la calidad de vida de las poblaciones que nunca han dejado de vivir en la pobreza. El Perú es un país hiper-occidentalizado en sus elites y sus gobiernos. ¿Qué quiero decir con esto?, que nunca ha puesto en duda el modelo de desarrollo tomado prestado de los Estados Unidos y de Europa, que el paradigma capitalista es el que domina, y que, aunque aquí, en el norte, se hable de la catástrofe ecológica y de los problemas con el capitalismo, allá no lo pongamos en duda. Es un país de "emprendendores" (sic), es decir, de gente que se ve potencialmente como empresaria, gestionaria, pero ignorando sus modos de vida y su entorno. Sin embargo, hay una minoría, porque no son mayoría y de ahí el atropello intuyo, que no ve las cosas de la misma manera, que piensa con sus propios instrumentos y que conoce su medio ambiente, que vive del agua del río, y que ha heredado el respeto por la naturaleza del pasado, que siente, como sucede en Bolivia, que la naturaleza es un entidad viva y no una entidad inerte que hay que saquear Es el discurso que domina un poco el debate en Occcidente (Pierre Rabhi es bien aceptado por las clases medias y las elites en Francia, Podemos en España tiene problemas para mover las marcas), el problema civilizacional del cómo vivir en armonía. Para esto es indispensable un nuevo modo de vida, otros paradigmas, pero, quién renuncia a ese mito de felicidad que han alimentado tantos años, tantos medios, tantas elites, y ahora tan presentes en las redes? La vida como manual para ser un y una consumidor(a), como medio, no como fin.
Cuando la ex Alcaldesa de Madrid (Esperanza Aguirre) se refirió a Podemos como un partido "que se identifica con democracias no Occidentales", quiso referirse, sin saberlo, a los nuevos modelos de vida que están surgiendo en el mundo (sobre todo quiso decir una parte de América latina, ya sabemos quiénes), incluso en Francia, que forcejea con los discursos de derecha sin saber qué dirección tomar, Sivens, y las manifestaciones que hubo ahí en contra de la construcción de una represa que dañaba el medio ambiente y que acusó un muerto, es un ejemplo, pero se tiró para adelante. El partido socialista aun enarbola el progreso y el crecimiento ilimitado, la pregunta es si es posible ¿y a costa de quiénes, de qué vidas? Según Naomi Klein (Todo puede cambiar, capitalismo y cambio climático, publicado por Stock, en Francia) especialista en el tema del clima, el problema del recalentamiento y los gases de efecto invernadero no es una propaganda, es un hecho concreto. Si el planeta sube dos grados más, muchas especies van a desaparecer y los éxodos humanos serán mayores porque se hará imposible la vida en ciertas ciudades. ¿Se han enterado que la Unión Europea obliga a España a recibir una cantidad de emigrantes del norte del Africa que no puede recibir, que Francia se niega a admitir más emigrantes, que en el discurso del partido de extrema derecha es el tema de fondo?
Toda América latina es mestiza, es decir, es una mezcla de Todas las sangres y culturas ancestrales y Occidentales. Cuando se dice "democracias no Occidentales" es una forma de racismo, quieren decir, bárbaros, no civilizados, esto, por que hay un meridiano que indica que a partir de una cierta línea, que se ubicaría cerca del Ecuador, no se produce cultura, no se produce civilización tal y como los que se dicen occidentales la han imaginado. En época de crisis de paradigmas, esto resuena mucho más. Sin embargo nosotros, como país, nos seguimos pensando con instrumentos internos, no valoramos ni recuperamos nada, nada de lo que el pasado nos ha dejado. Vivimos en la A-historia (sin significantes), la falta de memoria y de continuidad narrativa, lo que permite plantar lo que sea en el medio. Es una tierra baldía, es el desierto, y lo es, somos tabula rasa donde se inscribe el lenguaje de los otros acallando las propias voces. La división social en el Perú es cruel, y pese a eso, vivimos con el mito reformista de Margaret Thatcher! Con la idea de que si hay ricos, habrá más ingresos para el gobierno y habrá menos pobres, no tenemos petróleo, pero sí minería, lo que obliga a la política a apartarse del gobierno, no gobiernan, se administra dejando al país sin recursos, se vende el alma. El Perú esté en la lista de los países más contaminantes del planeta. No quiero culpar ni alimentar ese problema de la responsabilidad diferida que nos han endilgado. Tampoco Occidente está haciendo nada por detener los gases tóxicos, ni la depredación de sus tierras. Pensamos optimizar nuestras producciones al mismo precio, pensamos que es la única salida, y lo entiendo, pero ¿no sería hora de que pensemos si ese modelo es sostenible, quién habla de eco-socialismo allá?
Nadie porque la palabra socialismo declina en -marxismo-maoísmo, senderismo... Ojo con esto.
Cuando veo los comentarios en las redes sociales siento inmediatamente que es un lenguaje que no "se habla" sino que está ocupado, pensamos con el lenguaje grosero de los medios de comunicación, como un servicio de inteligencia que filtra verdaderas frases y contenidos, transpirando prejuicios y miedo, sobre todo, falta de estima de nosotroas y de los demás. Como si la mirada feroz de una señora Aguirre nos señalara con el dedo, la mirada del colono, mirada de la Inquisición. Eso me parece algo tangible, cuando observo, recorro frases. Somos occidentales por la religión, la mayoría son católicos y cristianos, solo un mínimo se declara no creyente, incluso en Venezuela en plena revolución practica un "cristianismo laico", próximo de la Teología de la liberación del padre Gutierrez. Y no es que esté en contra, prefiero eso a las sociedades laicas neoliberales, solo que hay un problema, la mayoría de la población confía su vida a la iglesia, le deja el trabajo que debería hacer ella para pensar cuál es la vida que desearía llevar, que modelo de país, que futuro como individuoA y como ciudadanoA (la anulación sobre el debate sobre el aborto, recientemente abandonado es un ejemplo). No se puede dejar de lado esta parte que exige, a corto plazo, que nos plantemos de frente antes nuestras tierras, cerros y apus, y digamos qué país deseamos, si un país depredado, sin agua, contaminado, lleno de edificaciones modernas donde nos esconderemos como ratas del calor si no planificamos, o uno donde podamos prevenir esta catástrofe que se nos anuncia continuamente sin que nos hagamos cargo. Dejar de hablar el lenguaje de los otros sería un primer paso.
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