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mardi, mai 12, 2015

México, piedra sol

Mi relación con México es  muy terrenal, muy biológica, casi salvaje.  Por eso cuando estoy en esta ciudad siento que me crecen raíces y no logro arrancarme. Pero sé que hay muchos Méxicos, está el que he visto en Chiapas a través de mujeres fuertes, capaces de luchar solas, y el México burgués, abobado de las colonias Condesa, Roma, Polanco, hasta el lujo casi grosero de Las lomas de Chapultepec. No sé por qué leía en estas pequeñas islas de bienestar que dan la espalda al resto del país, los caballitos de este capitalismo globalizado, imperial, que dicta sus propias reglas frente a una realidad escandalosa: que ese bienestar reposa (y pesa como piedra de Sísifo) sobre las espaldas de cientos de mexicanas y mexicanos que sudan en su lugar, mueren en su lugar, sufren en su lugar... Esos claros son la oscuridad de otras casas, los platos con comida chatarra de los pobres, la monotonía de las vidas de la mayoría. Leo La jaula de melancolía, de Roger Bartra, esa jaula, a mi modo de ver, es la pobreza, y es también la mirada que se aloja en la cabeza de cualquier latinoamericano, de ser inferior, porque esa mirada ha sido construida desde fuera, desde una hegemonía blanca y occidental.

Ojo, las mujeres estamos igualmente atrapadas en la jaula, de tanto en tanto nos lanzan algunas migajas de pan y saltamos de contentas!!

Ayer que pasé por la librería Rosario Castellanos (de paso, leo Mujer que sabe latín, en el FCE, por qué no lo conocía, sorprende?) y pasando entre anaqueles cargados de libros, me preguntaba por qué se vendían libros de Flaubert, de Balzac y de todos aquellos que ya están libres de derechos y no de autores y autoras contemporáneas? Las librerías y los editores no han entendido que la época ha cambiado, que la gente no tiene tiempo para concentrarse y que el dinero no da, de seguir en esta locura del capitalismo, para libros.  De paso, ayer, en la Grand Librairie, emisión francesa animada por Francois Busnel (decir que es un animador más o menos concertador es mucho decir) vi la presentación de Milena Busquets quien acaba de publicar un libro que ha sido un best seller... no he leído sino unos fragmentos en El pais,bastante flojos y aburridos, pero, antes de juzgarla injustamente, prefiero leer el libro. Sucede que su risa se me aparecía amalgamada con el momento que vive el libro y la literatura, una carcajada sonora, deformada, algo histérica. ¿Qué podía hacer ella si no reírse de lo que decía el pretencioso de Yan Moix, un escritor que ha tratado de ocupar por todos los medios el espacio mediático sin lograrlo, otro clon de Beigbeder??

Y peor, ayer vi el libro traducido creo que en Anagrama de Francois Olivier Gislbert, ¿ a quién le puede interesar eso en México????
Esto demuestra que detrás hay poderes fácticos, de poder, que esto no tiene nada que ver con la literatura ni con su importancia, que hay que revisar el canon dictado por hombrecitos que se dan golpes en la espalda y que son esta carcajada sonora de Busquets frente a algo irrisorio: la literatura frente a la importancia de la vida, se ha convertido en algo al borde del ridículo. De ahí que Milena Busquets no supiera cómo reír, cómo comprender el éxito de su libro, ni cómo colocarse en medio de tanto misógino...

una imagen agradable: la intervención en la nueva librería del FCE en Tuxla, otra isla, ¿hasta cuándo?


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