He estado leyendo un libro que encontré en un mercadito de Bogotá, un día que visitaba esa ciudad, Diario de un cura rural, de Bernanos, escritor francés. Ojo, no soy creyente, y no creo estar cerca de serlo, pero hay algo que me gusta en este texto limpio, despojado de artificio, es que en medio de su sencillez, toca, se coloca cerca de un brillo poético. Es decir, es su aparente falta de complejidad, escrito en primera persona, lo que hace que sea extraordinario. Ganas de acercarme al idioma con ese mismo abandono, dejarme ir en él, que desaparezca mi imagen.Que desaparezca mi imagen como mujer, como Patricia y me invada el silencio. Suena grandilocuente, y justamente se trata de lo contrario, dejar esa grandilocuencia, esa idea de "genio", tan pesada...
migraña
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