Hace tiempo que vengo repitiendo lo que no puedo poner por escrito, lo dicto al teléfono, lo anoto. La compañía de tantos objetos nos dejan solas. Los correctores automáticos distraen les sentido, lo pervierten, los Ipads, Ipods, nos encierran, no dejan pensar. Nuestro cuerpo no puede soportar vivir en la dictadura del tiempo de los demás, necesita su tiempo, su velocidad, que puede ser lenta, para asimilar ciertas cosas, para impregnarse de ellas. Cada vez más esto me parece evidente, que se cierne una época que arrasará con el espacio íntimo, que ya desde ahora lo asfixia, y esto no es gratuito, es parte de la consolidación de poderes de dominación, no hay mejor forma de controlar que controlar el cuerpo, y, con ello, la cabeza. Estos días han sido muy calurosos, ayer, fiebre viral, el cuerpo descompuesto, como enloquecido queriendo reconocerse en esa atmósfera tan pesada. Lo que nos marca son los años de la infancia, y yo los he vivido en un clima muy suave, indulgente, que no hacía sospechar ningún evento climático de los de ahora. Hoy sentí que más que angustiarme, empezaba a ponerme lenta, a dejar que el calor me impidiese hacer cosas, a ceder. En la piscina municipal la gente estaba feliz. Digo Municipal y suena raro, todo servicio público suena raro en mi país, y en muchas partes del continente. Sucede que esta piscina es fenomenal, amplia, nueva, abierta. Me conmovía mucho la gente que se dejaba engreír por el lugar, se entregaba al agua como en la infancia, sin miedo. Aquí las instalaciones públicas son mucho mejores que las privadas. Nadie tendría en México, en Perú, o en Colombia, acceso a una piscina como esta sino fuese en un club, y eso gracias a los impuestos que pagan los franceses. A veces me digo que e suma mezquindad no reconocer eso, que se pagan impuestos, que se organiza una vida para poder pagarlos, que en suma, su aparente rigidez responde a esta responsabilidad que, si analizamos, es colectiva. Me quedé pensando. Luego, me fui al centro en mi bicicleta, tenía el libro de Benjamin Constant en la mochila, Adolfo. Me senté en un café y leí unas páginas, era algo así como un privilegio, un encantamiento por la vida, era algo maravilloso. No solo porque el libro es bueno, es un clásico que hay que leer un día, si no porque me pareció evidente que esta manera de vivir la vida, de observar las experiencias en nosotras y en los demás, es un privilegio, es pura magia.
¿Cómo podemos escribir una novela de la nada, cómo podemos inventarnos tantas cosas, qué tipo de obsesión, de extraño sortilegio nos atrapa para seguir ese hilo laberíntico del lenguaje? Y pensé: deseo de comprender. He escrito muchos libros para comprender algo que no comprendía, para observar, para vivir en esas experiencias que muchas veces no han sido mías. Mi corazón siempre se ha embarcado en esos veleros que parten en el mar, latiendo solitario en esas aguas claras de la imaginación. Soy una viajera que se pierde siempre en alguna ruta, por eso me gustan los barcos, las bicicletas, los aviones. Mi lujo es la locomoción. Vivo en constante movimiento porque mi imaginación está siempre en movimiento. ¿Qué la facilita, qué la estimula? es la pregunta que siempre me he hecho para tratar de hacer talleres hablando de manera honesta, sin querer maquillar la experiencia, para pensar en qué significa una buena educación. Y hay algo de misterio. Si bien mi ADN es soñador, abuelo literario, madre soñadora, padre viajero, familia apasionada, hay algo más. No sé en qué momento esta maquinista se puso en marcha. NO he vivido nunca con la imagen de escritora, solo he vivido y vivo escribiendo.
quería poner estas ideas por escrito antes de olvidarlas y resumirlas en dos líneas en el Facebook. Extraño los mensajes largos de mis amigas, de cuando las pasiones llenaban mi correo de notas fulgurantes, eso, se ha perdido...
son las siete de la noche y pensaba que eran las cinco. El tiempo ha pasado veloz, no como ayer que pareció un día largo, el estado febril, el no poder escribir me atormentaba pero decidimos ver una película de nieve con Olivier, Snow Therapie, o algo así.
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