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vendredi, septembre 07, 2007

los libros

Estaba pensando en una pregunta que me hizo un lector y que he perdido, de si mi último libro (Ellos dos) es una continuación de Electra en la ciudad. Me cuesta hablar de mis libros, basta con escribirlos, creo, hablar de ellos significa bucear en ese mundo que mostramos en ellos una vez publicados, no es fácil hablar de escribir en los términos que yo lo entiendo. Es decir, si la escritura es lo que me constituye, no soy muy capaz de objetivarla y ser crítica, tendría que tener una distancia que solo viene con el tiempo...y aún así. Yo hablo de una literatura del sujeto más que del objeto. Con esto quiero decir que el libro, aunque esté separado es una construcción íntima que de alguna forma me constituye, de ahí mi malestar en responder, aunque termino haciéndolo, del mismo proceso. Si durante el siglo XIX hemos construido novelas que se hacen desde una tercera persona que observa el mundo, ahora, creo que es más común mirar el mundo desde un ego que se construye en cada libro para poder sobrevivir con cierta armonía. A mí, escribir me ha dado cierta serenidad, si dejase de ser así, si se convierte en uan exposición constante, deja de interesarme.
Pienso por ejemplo, en mi falta de fetichismo con los escritores, aunque me encante Chateaubriand (y haya estado en su casa), Madame de Stael o de Lafayette y su Princesa de Cleves, me interesan sus rostros humanos, su vida interior. Si un autor es un cretino, como decía Duchamp, deja de atraerme porque lo que busco es sosiego, riqueza, pero, sobre todo, sosiego.
Cuando un día estuve en el festival de Berlín, me interesó conocer a Doris Lessing, lo comenté incluso, pero yo deseaba una conversación íntima lejos de las cámaras, algo imposible, por lo que decidí ir a mi ritmo y andar sola.
Tenía más ideas en la cabeza esta mañana, pero se me han ido cofundiendo por la mañana... De Margo Glantz he leído "Genealogías", pero eso ha sido todo. Pienso buscar su otra novela publicada en Anagrama y comer un día, otra noche, con Eduardo, por qué no en París. Y con ella.

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