Incluso en el Delta del Orinoco, en plena selva amazónica de Venezuela, cuesta seguir un ritmo lento (sic), cuesta porque, estar al ritmo de un grupo, no es humano, o para mí, no lo es. Hacer visitas organizadas, que no sean solitarias, lentas y silenciosas, no me deja sentir y observar a mi ritmo. En suma, siempre llego a la conclusión que soy completamente antisocial, que no sé ir al ritmo de los demás, que me cuesta pensar y escribir sino estoy completamente sola, o casi. Si pienso, aunque me guste la vida mundana, pocas presencias me han dejado escribir, y, salvo una persona que no nombraré, nunca he podido escribir acompañada...
Pero lo importante no soy yo, sino todo lo que voy viendo. Esta selva, como me lo explicaba Olivier que conoce también aquella del Perú, es muy distinta, aquí el río es muy húmedo y solo hay manglares, lo que no le permite a las poblaciones sedentarizarse en el interior (en el Perú, en Iquitos o Pucallpa, hay riberas y hay espacios donde la tierra es más seca), sino a las orillas, en las típicas casas sobre pilotes de la Amazonía. Ayer visitamos unas comunidades Warao muy pequeñas, de una pobreza para llorar, donde habían instalado, felizmente, una escuela, y anunciaban una posta médica. Ver a los niños corriendo desnudos, sonriendo en medio de su miseria, es terrible. Algunos estaban echados sobre el lodo de la ribera, con caritas luminosas, inconscientes de lo que vivían (como el cuadro de Sorolla, esos niños indefensos y tan felices). Y luego, otra muy tierna y también triste, un grupo de niños jugando acuclillados sobre le suelo con canicas. Yo sentí como si los perturbase que los descubriera en una intimidad que solo les pertenecía a ellos, pero que, por la pobreza, y la forma de las casas, que no tienen ventanas, ni puertas, no les permitía respetar. Hay siempre algo de indecente (morboso) en esas visitas, y las padezco, aunque siempre me comnvenzo de que de otra forma no podría acceder a ellas..
Las fauna y la flora aquí es densa, chiguires, ibis, tucanes, cocodrilos, garzas, monos, flores espléndidas como las del cacao... es decir, es como si de pronto, si logramos apartarmos del bullicio, y mantenemos un poco de silencio, podemos sentir esta belleza, su serenidad, su autonomía. Hace unos instantes miraba las colonias y matas de nenúfares deslizarse sobre el río, y era muy poético, casi como un haiku, pero ahora ya llegó el bullicio, y yo... Huyo,....
y no digo nada sobre "el día de la mujer" porque me parece patético....
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